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Carta a benefactores (5)

Julio – Agosto y Setiembre de 2008

Muy queridos amigos lectores, de nuestras circulares:

Reciba cada uno de Ustedes un afectuoso saludo en el Señor, y a todos Bienvenidos nuevamente a las labores cotidianas después de unas merecidas y, espero, reconfortantes vacaciones, pues espero deseo de todo corazón que así haya sido para cada uno.

Esta vez nos vamos nuevamente a Argentina con un caso particular donde veremos la misericordia de Dios ante la buena voluntad y disponibilidad del ser humano para ofrecerle a Él y las personas lo mejor de sí mismo, a lo cual todos estamos llamados.

El Señor cambió su vida

Esta historia real sucedió en San Antonio de los Cobres (Argentina).

Andrea es una Señora de unos 40 años, casada con don Nicolás. Por su mal genio y su carácter impulsivo pronto fue conocida por todas las Madres. En el pueblo la conocen cómo es, y por eso nadie dice nada para evitar acarrearse problemas, incluso su esposo muy desanimado por la incomprensión y malos tratos se entregó al vicio del alcohol, y cuando iba a la Iglesia en ese estado, lloraba delante de la imagen de la Virgen diciendo: ¡esta mujer tiene la culpa!, pues era este hombre de un carácter sumiso y la esposa aprovechaba para dominarlo.

Un día Madre Serafina mientras iban en procesión con la Virgen, vio que a unos veinte metros de distancia venía un hombre de rodillas, rezando en voz alta y con mucha piedad, para ella contemplar esto era algo admirable, ¡en San Antonio, un hombre caminando de rodillas! ¡Qué penitencia!, ella sentía compasión y veía cómo el hombre se acercaba.

La gente no se interesó por él y casi no le prestó atención al pasar, pues se habían dado cuenta de su estado, se encontraba ebrio, ¡pobre hombre!

Cierto día se celebró en un pueblecito la fiesta patronal en honor a San Cayetano, donde la Señora Andrea era presidenta de la comisión de la capilla, ella un poco nerviosa aguardaba la llegada de las autoridades políticas y religiosas; y al ver que tardaban se puso al frente de la gente con las manos levantadas y casi gritando pronunciaba este discurso: ¡Todos nos han abandonado, hasta las Madres, a pesar de haberles puesto la movilidad en la puerta del Convento y esto por estar con los políticos!.

Así siguió su acalorado discurso criticando a todas las autoridades. Mientras tanto Madre Camila que acababa de llegar observaba y escuchaba todo cuanto se decía. El Señor Intendente se acercó a ella para saludarla y al mismo tiempo le dijo: ¡Nadie se ha librado de esta mujer!, ¡ni la Madres!; cuando Andrea oyó que Madre Camila estaba allí, cambió totalmente su voz y con mucha amabilidad la invitó a exhortar al pueblo alegando ella sus motivos. En realidad ya no hacía falta y como el tiempo había pasado Madre Camila invitó al pueblo a participar de la Celebración. Varios días después llevada del remordimiento de conciencia, ya que muchos le habían hecho ver que en su discurso había ofendido a todas las autoridades especialmente a las Madres, fue al Convento y pidió hablar con la Madre Superiora, y antes de saludarla le dice: ¡Madre ¿está usted enojada conmigo?, porque mucha gente seguro que le ha informado mal de mí.

Madre Camila no le dijo nada al respecto, le cambió de tema y hablándole de las cosas que hacían falta para equipar la capilla.

Cuando se dio inicio a la catequesis familiar, al ir a inscribirse nos dimos cuenta que tenía varios hijos para recibir los sacramentos, uno en primera comunión y dos en el segundo año de de Confirmación, la catequista de los padres le tenía cierto temor porque era una persona con la que no se podía dialogar, siempre problemática. La Madre encargada de la organización de esta catequesis recibía frecuentemente quejas por la inasistencia de esta señora. Cierto día la Madre la citó al Convento para hablar y poder solucionar su problema y entre muchas cosas que le dijo, le exhortó, a que usara los talentos que Dios le había dado para ponerlos al servicio de Dios y de la Iglesia y para esto era necesario una preparación en la catequesis y le dijo: “hoy la Iglesia necesita de quienes la defiendan y Ud. es un instrumento capaz”.

Con estas palabras trataba de ayudarla, esto parece que la animó y dijo que iba a hacer lo posible para asistir a su preparación.

Después no recuerdo haber recibido más quejas de la Señora Andrea, comentaba la Madre, al contrario iba al convento para justificar su falta cuando por algún motivo no había podido asistir y lo hacía con mucha delicadeza. El día que más ponía todo su empeño era el día que debía rendir su examen, y así fue como cierta vez no pudiendo asistir se acercó a una de las Madres preguntando ¿Qué puedo hacer; no he rendido el examen, Ud. podría darme una oportunidad más? Ella quería demostrar lo aprendido. Se le dio pues la oportunidad, y si bien no fue excelente en doctrina, si lo fue a una pregunta que resta:
¿Qué cambio ha producido en su vida el encuentro con Cristo? A lo que ella había respondido: “Yo he cambiado de pensar y quiero seguir conociéndole y amándole, y le prometo a Dios ir todos los días a la celebración”. Durante el retiro que se realizó en la parroquia, fue edificante su recogimiento y oración, hacía muchas vivitas al Santísimo y aunque tenía una niña de dos años no rompió su silencio.

Terminando el retiro hicimos la conclusión y fue ella la primera en dar su testimonio en el que dijo: El Señor me ha cambiado la forma de pensar, siento que Dios es todo para mí y ruego a Dios no me abandone...” todos estábamos conmovidos escuchando estas palabras pero el que escuchaba con más emoción era su esposo que con ojos brillantes de lágrimas le miraba y en su interior con seguridad daba gracias a Dios por la sucedido en ella.

La gente al ver este cambio que Dios había obrado en ella... dos padres que aún no habían encontrado padrinos para sus hijos no dudaron en elegirlos a ellos, lo que aceptaron con mucho gusto pero a la vez con asombro y preocupación, pues dijo ella: “Ahora ya no tengo que dar ejemplo sólo a mis hijos, sino también a mis ahijados”.

Para colmar su alegría el día que los niños hicieron el sacramento de la Confirmación los elegimos para que los esposos llevaran las ofrendas de pan y vino; y esto en San Antonio significa ser una persona digna ante Dios y los hombres.
Así la Señora Andrea y su esposo Nicolás empezaron a llevar una vida nueva, causando gran alegría a muchos especialmente a nosotras. Cumpliéndose lo que dice el Señor: “Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte...”.
Estas son los casos en los que el Señor nos permite ayudar para lograr que la caridad de Cristo reine en los corazones.

Que Dios Todopoderoso bendiga a cada familia por la gran responsabilidad que tiene de cuidar y educar a sus hijos, especialmente a reconocer que Dios nos ha dado la vida y los talentos, para que se afirme en el mundo la paz, la seguridad, la armonía, alegría y el amor. Sólo así podremos gozar de todos los bienes que Dios nos ha dado. Les deseamos a cada uno de Uds. esa paz y amor que viene de Dios a los que con sincero corazón le buscan.

Que hermosas son las historias con final feliz, ¿Verdad? Pues son las que suceden frecuentemente en nuestros centro misionales y es lo que nos mantiene el entusiasmo por el trabajo en la viña del Señor.

Dos de nosotras nos encontramos nuevamente en España por dos meses. Me gustaría saber sus impresiones sobre nuestras cartas, si tal como las hacemos están bien o hay algo que podría mejorar. Tengo el mismo teléfono móvil y es el 651 735 191.

Me despido hasta pronto y no sin agradecer vuestra generosa colaboración para con nuestra obra pues sus oraciones y sus aportes nos ayudan mucho. Que el Señor que no se deja ganar en generosidad los bendiga abundantemente.

En Jesús Verbo y Víctima

Madre Humbelina, MJVV