Esto es lo que deseamos, aliviar el abandono de nuestros fieles y mitigar su hambre de Dios, ofreciéndoles atención religiosa lo mejor que podamos.
Bien sabemos, que no podemos sustituir al Sacerdote, pero le preparamos el camino.
Al mismo tiempo procuramos a nuestra gente ya un notable alivio, realizando las labores de:
- Enseñar las verdades religiosas.
- Administrar los bautismos.
- Celebrar la Liturgia de la Palabra.
- Administrar la Sagrada Comunión.
- Asistir matrimonios.
- Atender enfermos y moribundos.
- Asistir velorios y dirigir entierros.
- Formar y guiar catequistas.
- Tener a cargo los libros parroquiales y extender las respectivas partidas, etc.